Suavidad



♫ Canción como hilo para la entrada:





Copos y pétalos de cerezo, ligeramente elevados, el eco efímero del trazo de una nota musical suspendida en un aire limpio. El filtro azul de un foco que crea frescura en un ambiente caluroso y un dactilar cubierto por una fina capa de cera.
Riera paralizada, de hielo liso, limado y transparente, sin asperezas, donde las hojas secas y congeladas aguardan, temporalmente conservadas.

Mantas nórdicas acurrucadas guardan el sabor de la piel sobre el algodón, el gusto expresado sobre almohadas achuchadas.

Porcelana barnizada. Pensamiento sedoso, afinado, afín a un material dado de sí y musculoso que, constante, se rellena de sangre renovable y cambiante.



Meditación quirúrgica y destensada, como la cuerda de una guitarra mediterránea en reposo, relajada, respirando el vacío a través del agujero de su caja de resonancia, volviendo el polvo paulatinamente acumulado en nácar por la brisa procedente de las costas recostadas. Cuando una uña dé la primera pinzada toserá una nube de brillo, espolvoreada.

Son acordes en manos de plata.

* Miel en la garganta, y entonces alguien canta. *

Soplos delicados peinan el vello del diente de león y se esparcen los deseos, íntimos y proclamados, serán sembrados sobre una moqueta aterciopelada, cuando el anfitrión abra el portal para su salida, ellos aprovecharán, junto con la complicidad de un golpe de aire, para hacer su entrada.



Suavidad.

Ella nos desliza.

Suavidad es alta velocidad.

Alta velocidad tierna y pausada, como la subida del sofoco causado por el roce de pieles encontradas.


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